—Abuela, ¿por qué se pelean los gatos?
Este libro es una suerte de diario, donde una niña, Aroa, nos adentra en su particular visión del mundo y todo lo que va descubriendo mientras crece. A través de su mirada limpia, sin esquinas ni dobleces, viajaremos a la niñez, esa época de exploradores incansables donde los días se convierten en extraños y gigantescos globos por atrapar.
jueves, 27 de octubre de 2011
Pelea de gatos
—Abuela, ¿por qué se pelean los gatos?
martes, 25 de octubre de 2011
Cuidando la Navidad
La Navidad estaba en una caja, toda enredada: el muñeco de nieve espachurrado, las campanas y las bolas por ahí. La Virgen , el niño y los otros, metidos en una bolsa con nudo. Ay, cuánto trabajo… La abuela me ayudó y me lo llevé todo al sofá. Puse algodones para la nieve, y arroz para la comidita de los camellos. Luego, saqué mis muñecos para que vieran la Navidad: “Tú no, que has comido muy poco”; y jugamos toda la tarde. Lo que pasa es que no encontraba el ángel que hay que colgar en el portal. "Ah, se me ocurre una idea"...
-¡Abuela! Mira qué ´chuli,´ mi dinosaurio morado en el portal de Belén, cuidando la Navidad.
viernes, 21 de octubre de 2011
Entre algodones
-Abuela ¿de donde vienen los eructillos?
-Pues resulta que un poquito de aire sube por un tubito que tenemos dentro y sale por la boca.
Le dije a la abuela que quería ver ese tubito y ella enchufó el ordenador y me lo enseñó. El cuerpo por dentro es muy feo, por eso está por dentro, para que no se vea. También me enseñó el corazón y los caminitos de la sangre.
-¿Qué es esto, abuela?
-Eso es el estómago, donde llega la comida.
-Entonces, si como lentejas pasan por aquí…, por aquí…, por aquí.., y llegan al estómago ¿no?
-Sí.
-¿Y luego me crece una plantita?
-No.
-¿Por qué? ¿Porque no tengo algodones dentro?
La abuela me abrazó y me dijo que me iba a leer un cuento que había escrito, a ver si me gustaba. Me puse el cojín en la espalda y coloqué mis plantitas de lentejas a un lado de la cama, para que ellas también lo escucharan. La abuela me leyó una página, pero era cuento muy raro, porque hablaba de una lenteja que hablaba. Entonces, miré a la abuela y arrugué la nariz: “A mí no me gustaba ese cuento”. Y como ella se quedó muy seria, para que no se pusiera triste, le dije: “Abuela, otro día me lo leyes”.
jueves, 13 de octubre de 2011
Un cuento de miedo
Y me senté en la cama para escucharlo mejor. La abuela me contó que había un gato que perdió su collar en el campo y que lo buscó por todas partes sin encontrarlo. Se le hizo de noche y descubrió un castillo. "Ah, dormiré aquí y mañana seguiré buscando mi collar". Al abrir la puerta se oyó: “Ñiiiiiiih” Y la abuela y yo dijimos: "Aggggggg ¡Qué susto!", y nos abrazamos de la risa. “Huuuuu”, se escuchó dentro, y era un fantasma, pero no daba miedo, porque los fantasmas no hacen nada. En el cuento, se encendieron las ventanas con la tormenta y los truenos, y la abuela y yo gritamos de mentira. Y dijo que ya no me contaba más.
-¡Que síiiiii!.
Y como era tarde, me contó el final. Y es que el gato se durmió en la escalera y el fantasma lo tapó con su sábana para que no tuviera frío. Entonces me puse a llorar. Y cuando la abuela me preguntó, le dije que era porque el reloj de la mesita de noche me estaba mirando, y eso sí que daba miedo.