viernes, 2 de septiembre de 2011

Colorín, colorado...

El lunes estuve todo el día con la abuela. A mamá se le rompió el coche y no me pudo llevar a la ´guarde´, que está muy lejos. Menos mal que la abuela descansa los lunes porque, a veces, mamá no sabe qué hacer conmigo cuando llegan estos imprevistos. Ella trabaja todo el día y papá también. Con la abuela me divierto mucho. Estuvimos en la Biblioteca, en la sala de niños. No había nadie (claro, a todas las mamás no se les rompe el coche el mismo día). Allí encontré cajones con libros de tela y otros con forma de animales. Incluso descubrí un tren con páginas que hacían: ¡chu, chu! Luego me fui al mueble de los libros sin música, ni orejas, ni ojos. La abuela se sentó en una silla bajita y yo le llevaba los cuentos, le pasaba las hojas y le señalaba los dibujos con el dedo para que ella dijera los nombres de los personajes: “El Rey León”… “Su papá”… “El malo”… “Aladín”… “El mono”… “La princesa”…

Pero el que más me gustó fue un cuento con muchos dibujos que se llamaba: “La Bella Durmiente”. La abuela me lo contó mientras yo pasaba las páginas. Me reía cuando la abuela señalaba la bruja y decía muy rápido:” ¿Por qué no me han invitado a la fiesta? ¿Por qué no me han invitado a la fiesta?” Y le hice que me lo contara otra vez… Y, otra… Y, otra… Hasta que me lo aprendí de memoria.

¿Te lo cuento?

“La sesa nació. La costó en su cuna con su chupete. Y la buja dijo: ¿po qué no manvitado a la festa? ¿Po qué no manvitado a la festa? Y la sesa se dumió. ¡Depiesta! ¡Depiesta! Y el píncipe venió con su caallo: tacatag, tacatag, tacatag. Y la ella umiente, abró los ojos. ¿queres ser mi amiga? ¿queres ser mi amiga? Sí, sí y el caallo dijo, yo tambén, yo tambén. Y, cooín, cooado, el cuento, sacabado. ¡Fiiiiiiiiiiiiiiiin!”

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