viernes, 2 de septiembre de 2011

El dedo mágico

Tengo un dedo mágico: ¡Clik! y se enciende la luz. También sirve para llamar al ascensor y que nos lleve a casa cuando la abuela y yo venimos del parque: ¡Clik! y ya podemos subir. Mi dedo mágico consigue que se abran las puertas: ¡Clik! y suena el timbre; entonces la tita nos abre y entramos. Donde más me gusta usar mi dedo mágico es en el puesto de las chuche: el hombre me pregunta y yo le señalo lo que quiero, porque con el dedo mágico no necesitas saber cómo se llaman las cosas.


Con mi dedo mágico puedo parar la ´peli´ que estoy viendo en el ordenador, mientras voy al baño para hacer pipí. Y cuando vengo, le vuelvo a dar para que siga. También, utilizo mi dedo mágico con los moquillos que se esconden al fondo de la nariz. Además, lo puedo meter en la sopa para ver si quema.


A mí me gusta mucho ponerme los tacones de la abuela para ser una madre, lo que pasa es que me están muy grandes, pero la abuela me los deja. Hoy me los quería llevar a la calle y la abuela dijo que no, que la gente se iba a reír cuando viera a una niña con los zapatos de su abuela. Pero yo le he dicho que a mí no me importa que la gente se ría porque yo quería jugar a ser grande. La abuela me ha dicho que me coma la merienda y que ya veremos.


Al final, me ha dejado que me ponga sus tacones y hemos dado un paseíto por la calle. La gente se reía y sacaba su dedo mágico para señalar mis tacones, como diciendo: “¡Mira! Una niña mamá”. Y yo levantaba la frente, arrastraba los tacones y dejaba que mi coleta se moviera ‘pacá’ y ‘pallá’.

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