viernes, 2 de septiembre de 2011

El veranillo

Yo todavía no sé nadar, por eso, cuando bajamos a la piscina me pongo los manguitos de Mickey que me compró la abuela. Con los manguitos me puedo tirar al agua y tumbarme de espaldas, que no me hundo. Además, la abuela puede sentarse en el bordillo y hablar con la vecina mientras yo juego a llenar las tacitas y hacer cafelitos con el agua.


Ahora, tengo una amiga que se llama Sara y como es pequeña, tiene manguitos como yo. La abuela me ha dicho que le preste los juguetes y que nademos juntas. Sara mete la cabeza en el agua y se le ponen los pelos en la cara. Entonces, yo me río y la imito. Luego, nos salimos un poquito para que no se arruguen los dedos. La abuela me lía en la toalla de nubes y me sienta al sol.


Hoy, mientras Sara y yo jugábamos a las comiditas en la piscina, me entraron ganas de hacer pipí, y como la abuela estaba hablando con unas mujeres, le grité: “Abuela, me hago pipí” Y ella se levantó y me dijo: “Vamos, corre”. Y yo le grité: ¡No pasa nada! ¡Dice Sara que me lo haga aquí dentro!

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