Me eché en la mesa y, como no se me pasaba, me puse a llorar. Por eso vino mamá a recogerme. Me cogió en brazos y le dije: “Me duele esta nariz”, y otra vez lloré.
Cuando llegamos a casa, mamá me tumbó en el sofá, buscó una linterna y me la puso en la nariz. Luego dijo: ¡Ay! Y llamó corriendo a papá. Papá me sujetó las piernas y los brazos, porque yo daba muchas patadas y lloraba. Y mamá trajo las pinzas.
Las bolas que se caen de los árboles del cole no se meten en la nariz, aunque te lo diga Marcos. Por eso he castigado al osito, al pollo y a
He dormido con las botas, porque cuando estás malita te dejan dormir con las botas de agua puestas.
No hay comentarios:
Publicar un comentario